He aquí un libro diferente y a un poeta diferente. Por un don inestimable, a José Zuleta se le ha permitido hacer propia la magia natural de las cosas, sin artificios, ni retóricas intelectuales, que es lo que suele suceder entre nosotros. A sus poemas, claros, sensuales, espléndidos, aferrados a pequeños rituales y percepciones repentinas para repetirse a uno mismo como una oración, los mueve la gracia de quien confía a los sentidos y al poder de la belleza inmediata toda indagación en el mundo. Creyente, pues, de un orbe físico, más que de uno ideal, donde la abstracción no cesa de escamotearnos todo instante verdadero, logra que este hermoso libro resuma olor, color, emoción y goce. ¡Celebre el hecho de estar vivo!
Es, en últimas, el itinerario de quien, animado por un aliento silvestre, adánico, conserva aún la inocencia y el asombro naturales que, a los demás, por una razón u otra, nos han sido arrebatados por el diario trajín.
Emprender la Noche
Surges entre el tumulto
y llenas mis ojos de luz.
En el pecho algo aletea
como un ave reciente
en la mano de un niño.
Abre tu mano y suéltame
mejor juega, corre,
mírame otra vez,
la última antes de cruzar.
Ya sin ti el corazón libre
querrá viajar, ser
o emprender la noche.
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