Para que la prensa vuelva a ser aliada y estandarte de la dignidad, para recuperarle su valor de memoria y su inscripción en la faena cotidiana del hombre.
Para decirle no a los viles mercaderes de la información y que el espejo de la verdad refleje nuevamente nuestro palpitar, nuestras luchas y nuestras esperanzas.
Para que los fantasmas de la miseria, de la alienación y de la violencia sean condenados y, a cambio, se reintegren a nuestros días los dioses de la dignidad que fueron arrojados al exilio.
Para que el periodismo renuncie a su papel de esquirol de los poderosos regresando a ser el gran ojo de nuestra salvación, y para que las invenciones de
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