Cuentos para antes de hacer el amor

Garramuño y Rubém Fonseca

Por Fabio Martínez
Escritor colombiano

“Aquiles quiere todas las noches, antes de dormirse, un polvito no muy elaborado, apenas para dar fin a las reservas de vigilia que el trabajo en la oficina, las rutinas del café, los amigos y el periódico, no logran agotar”.

Así comienza uno de los relatos del libro del escritor bogotano Marco Tulio Aguilera Garramuño: Cuentos para antes de hacer el amor, felizmente editado por la editorial Educación y cultura, México, 2007.

A Garramuño lo conocimos en 1974, con la novela monumental Breve historia de todas las cosas, publicada en Buenos Aires por Ediciones La Flor. En aquel momento, esta novela tuvo una resonancia continental no solo por la factura de un texto escrito por un joven precoz y altanero, como era Garramuño en aquellos años, sino porque a raíz de una dedicatoria irónica dedicada a Gabriel García Márquez, se comenzó a gestar una amistad entre ellos, que pese a las intermitencias del tiempo, se sigue manteniendo. La dedicatoria del joven precoz, decía: “Para Gabriel, a quien pienso matar…literariamente”.

Después de Breve historia de todas las cosas, un título avasallante, que le recuerda al lector el trabajo desmesurado de Buvard y Pécuchet de Flaubert, Garramuño publicó diez años más tarde Cuentos para después de hacer el amor (Editorial Plaza y Janés), demostrando cada vez más que su literatura se alimenta y tiene una relación estrecha con el amor y el erotismo.

En su libro de ensayos Poéticas y obsesiones (Universidad Veracruzana, 2007), el escritor afirma que de todas las metáforas de las que está hecha la literatura, quizás la única que se mantiene es la metáfora erótica. Apoyándose en la Filosofía de la composición de Poe, para el escritor colombiano, el acto erótico es el único que “remite y relaciona todos los temas y universos posibles”.

Poe afirmaba que toda “excitación intensa debe ser breve”. Pues bien. Esta conclusión le sirve a Garramuño para sustentar su teoría del cuento, y sobre todo, su praxis erótico-literaria, que le ha permitido escribir excelentes cuentos como “La noche de Aquiles y Virgen” (del que hemos tomado el párrafo) o “Las mujeres del video”, donde el célebre Maelstrom de Poe, con su fuerza volcánica y todopoderosa, se muestra magistralmente.

Los cuentos de Garramuño están hechos con el lenguaje humorístico propio de la literatura rabelaisiana, donde el lector encontrará los preludios eróticos del amor a través de las esculturas fálicas que alcanzan su máximo apogeo en el instante mismo en que se inicia su caída; la felación, que es el resultado del más absoluto amor y de una pasión del instante; y el ‘beso francés’, que después de estar en el ostracismo durante varios años, volvió a ser moda y práctica semiótica por excelencia.

Pero todo no es dicha, pujas y eyaculaciones precoces en la vida y obra del bien llamado Garramuño.

En el último capítulo de su libro Poéticas y obsesiones, titulado “Encuentros con García Márquez” el autor confiesa que debido a sus libros de clara tendencia erótica, fue perseguido por un señor en la ciudad de Xalapa, que al sentirse ‘tocado’ por la literatura erótica, pidió la expulsión del país del escritor colombiano.

El eros sigue siendo subversivo y es capaz de descubrir la capa mohosa del moralista.

Y una vez más, fue Gabo, quien desde su refugio en Cuernavaca, ayudó a Garramuño para que no se cometiera contra él, un acto de intolerancia.

Para desquitarse de los moralistas, en la ciudad de Xalapa, Garramuño juega básquetbol, lee textos en la Editorial de la Universidad Veracruzana, y ante las inclemencias del tiempo que todo lo achica, está escribiendo Cuentos en lugar de hacer el amor, para así completar su trilogía erótica.

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