Por Germán Villamizar
Con desconcierto, y afrentados nuevamente por la crónica enfermedad de la injusticia, los colombianos saludan a la nueva Planilla de Seguridad Social, que parece acrecentar la distancia entre el desprotegido y su meta. Pero esta densa situación tiene un pasado, y así lo demuestra el profesor y poeta Germán Villamizar en esta nota, tan sucinta como legítima
En 1348 un oscuro fantasma abraza a Europa. John de Schende lo había vaticinado en 1345. La gran conjunción de los planetas mayores se manifestaba en una suerte de castigo. Como el negro capuz que ilumina la faz del condenado, así la peste: grandes bubas arracimadas adornan los cuerpos. La púrpura ronda la piel y el estertor se multiplica. La gente huye de las aldeas. Otro sueño malévolo del dios o un juego macabro que le permite calmar su melancolía. O un pérfido recuerdo del azote para forzar la salida de Egipto. ¿Quién está manchado y atrae hacia
La lista sería larga y el lamento interminable si historiáramos las plagas difusas en
Creímos firmemente que no. Nos aferramos a la ley de probabilidades y de nuevo fuimos burlados.
Otro dios manoteó impaciente y el ombligo del mundo anunció el oráculo: será el tiempo brutal de las planillas, el yugo bifronte para el pueblo: el suplicio virtual en Internet o la infame pesadilla de las filas en las cajas de compensación.
Y fue otro día sobre
Bocaccio, confundido entre la turba, sueña cien planillas para exorcizar el maleficio, mientras Camus, accidentado, se pregunta cómo habrían podido pensar en la peste que suprime el porvenir, los desplazamientos y las discusiones.
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