Solidaridad con Baremboim

En septiembre de 2008, en medio de la efervescencia optimista del siglo que clarea, de manera asombrosa, un hombre ha sido condenado a muerte por la Inquisición. Aquellos que piensan, ilusorios militantes del progreso, que esa laboriosa y execrable Compañía ya no existe, que es apenas una referencia cruel a la noche medieval, otra febril pesadilla de la historia, lastimosamente se equivocan: La macabra institución renace una y otra vez, regresa de las tumbas provisorias donde se la entierra, afilados sus cuchillos, redoblada su ira santa y henchida su obcecada estupidez. Porque la inquisición no es una sola, sino más bien una máscara que, de tiempo en tiempo, ponen en su rostro los agentes más siniestros: una vez se llama Ku-klux-klan y otra vez stalinismo, una vez levanta campos de concentración a nombre de los nazis y otra vez erige la franja de Gazza, para hostigar al pueblo árabe, con la venia de los antiguos mártires, ahora transmutados en verdugos.

Esta feroz invención humana, que nunca descansa porque en el infierno no existe el séptimo día, amenaza ahora la existencia de uno de los más grandes músicos vivos de la tierra, quién hoy se encuentra rodeado, hostigado, vilmente acorralado por un ejército invisible y ominoso.

Se llama Daniel Baremboim y los datos de su vida no hablan de otra cosa que de un impaciente de la paz. Se trata del creador de la orquesta del Diván Este-Oeste, que agrupa músicos árabes y judíos, como una forma de disipar la falaz enemistad entre dos pueblos que se necesitan tanto como el William Wilson de Poe necesitaba a su terrible gemelo. Esta fundación, que fue secundada por el recientemente filósofo fallecido Edward Said, junto a la nacionalidad Palestina que el pianista y director de orquesta adoptó hace unos años, han inflamado el ímpetu de los concubinos de la guerra. Desde ya, las voces de los artistas, intelectuales y humanistas se alzan contra la sentencia abominable.

Daniel Baremboim es un judío argentino, de origen ruso, y uno de los intérpretes del piano más memorables de los últimos tiempos. Su oído, según parece, está afinado a tal punto como para percibir no solamente los endriagos de la música sino el ritmo perenne de lo justo, lo exacto, lo sublime. Es el director de la orquesta sinfónica de Chicago y una nueva conciencia amenazada.

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CARTA DE SOLIDARIDAD

Los abajo firmantes, escritores y artistas argentinos, manifiestan públicamente su absoluta solidaridad con Daniel Baremboim, amenazado inicuamente por la ultraderecha en su hogar de Jerusalén por propiciar con su arte la integración de árabes y judíos. Se trata sin duda alguna de una personalidad ejemplar, como artista y como intelectual, como judío y como ser humano, que en estos tiempos tan oscuros -cuando no siniestros- mantiene encendida la llama del más límpido humanismo. Y que merece en consecuencia nuestro más vivo reconocimiento.

Rodolfo Alonso, Juan Gelman, Tomás Maldonado, Héctor Tizón, Noé Jitrik, Carlos Altamirano, León Rozitchner, Abelardo Castillo, Tununa Mercado, Mario Goloboff, Sylvia Iparraguirre, Felipe Pigna, Federico Andahazi, León Ferrari, Leopoldo Brizuela, José Pablo Feinmann, Ángela Pradelli, Fernando Birri, Luis Felipe Noé, Carlos Gorostiza, Ivonne Bordelois, Liliana Heker, Vicente Battista, María Rosa Lojo, Leonor Manso, Luisa Valenzuela, Mario Trejo, Lorenzo Quinteros, Luis Gregorich, Adolfo Pérez Esquivel, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, siguen cientos de firmas.

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