Un San Pedro arribista

Por Marcos Fabián Herrera *

Prolongando una imposición que desde hace 48 años las élites locales crearon, este año, en Neiva, con la realización del denominado Festival del Bambuco en los días de San Juan y San Pedro, se confirmó una vez más su naturaleza despiadadamente comercial, clasista y artificiosa. Abrigados en falaces discursos de “construcción de identidad” y “rescate de tradiciones”, la dirigencia local destina millonarias sumas de dinero para celebrar un adocenado evento, en el que lo popular es entendido y confinado a conciertos de cantantes foráneos, a una caótica dispersión de estridentes casetas, a reinados que promueven una prosaica competencia y, a cabalgatas cuya participación en ellas se convierte en la patente de corzo para legitimar un simulado estatus y un falso atavío identitario. De esta manera propugnan como tradición campesina, conductas como el despilfarro, la simulación social y el arribismo; tan lejanas de la cohesión y de la convivencia prístina del mundo rural. Parapetados en actitudes de un folclorismo torpe y, sin ningún asidero en una espontánea comunión del habitante con las construcciones sociales de un mundo provinciano, en estas fiestas se exhiben los resultados de la negación del ethos fiestero, en el que la equidad y el rito solidario del bazar, se convierte en los elementos propiciatorios para mitigar las penas y fortalecer la solidaridad. Aquí, con pintoresca vanidad se observan a hombres y mujeres lucir sombreros vueltiao, rabo e gallo Huilense y escuchar con fruición reguetón y vallenatos. La primigenia vocación del solaz agrario en el solsticio de verano en las tierras el Tolima Grande, se ve completamente desvirtuado por el influjo de los medios de comunicación, las veleidosas invenciones del gobernante de turno y la abyecta comercialización de una fiesta de origen agrario y campesino. Infravalorados por la desmedida importancia concedida a los reinados; los concursos de Música Campesina, los encuentros étnicos y las muestras artesanales, están sometidos al desdén mediático y organizacional. Estas importan solamente como ornamentos que justifican colosales inversiones en conciertos de las rutilantes y efímeras figuras del estrellato nacional.

En un mundo en el que la cultura de masas modela coercitivamente nuestras vidas, antes que acentuar dicha tendencia, nada resultaría más saludable que un diálogo de culturas y saberes, que construya un auténtico cosmopolitismo, sin las suntuosas y evanescentes orlas del comercio y la imposición. Convertir al Huila, un departamento que tristemente ostenta uno de lo más altos índices de pobreza del país, en un escenario para otear el mundo y reinventar la desastrada provincia Colombiana, es mucho mejor que perpetuar un frívolo festín que en nada contribuye a superar nuestras crisis.

* Periodista, cuentista y poeta huilense

No hay comentarios:

Publicar un comentario