Por una prensa libertaria

Dime en que espejo te reflejas y te diré quién eres.

La versión que elegimos de la realidad, arroja luces certeras sobre nuestro estado de grandeza o miseria, de imaginación insurrecta o espectral docilidad. Pero ya no elegimos. Eligen por nosotros y nos convierten en fantoches de una industria ominosa. El espejo se ha erigido en impetuoso tirano y es preciso hacerlo trizas. La realidad desapareció del cristal cotidiano de nuestra identidad, y la prensa -la dama arrogante y feroz-, se convirtió en el último reducto-celestino y mortífero de nuestra insensata violencia.

¿Seguiremos mansos ante la empobrecedora imagen que, rutinariamente, se nos entrega de la dura existencia? ¿Arrodillados ante el avance de esta voz mutiladora? ¿Serviles ante el oprobio de que nos escriban el libreto de nuestro destino?

Ya casi arribamos al minuto que develó Albert Camus, con irónica amargura: “los hombres de mi tiempo serán recordados porque copulaban y leían periódicos”. El rechazo a la prensa oficial es, ni más ni menos, el rechazo de la verdad oficial, de la realidad estadística, de la felicidad labrada por consenso alucinado.

Rechazar la mala prensa es el principio de modificar los malos tiempos.

Por eso convocamos a los con-fabuladores a unirse al grupo de Facebook Por una Prensa Libertaria que ya cuenta con dos centenares de miembros.

Para que la libertad no sea un fantasma.

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